miércoles, 17 de abril de 2013



En cambio las flores del acantilado, que no pueden correr y son de sentimiento fácil, caen rendidas ante el nuevo galán del vecindario, mientras la lluvia lava los recuerdos de amores anteriores.

La lluvia acabó por entrelazar estos tres últimos matachos, aparecidos en mi libreta en momentos muy diferentes, sin relación aparente entre sí. 




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