domingo, 6 de mayo de 2018


La hora de revolotear de unos es la de la cena de otros

Este matacho empezó así. Un cartucho de tinta verde fosforescente en la pluma, que es tan clara que no sirve para escribir, menos cuando la agudeza visual no sobra  sino que falta. Surgió entonces el entramado del fondo, por el gusto de rayar y para desocupar el cartucho. Después de tres o cuatro pasadas de garabatos, vino la idea de la vista cenital de una floresta, una vista a vuelo de pájaro. Entonces fueron trazados los pájaros, primero el croquis, luego las muchas rayitas de las secciones para hacer tiempo y evitar el empiece del enhebrado de palabras para un texto desangelado por encargo. Trazados los pájaros quedaba mucho espacio vacío y surgieron los insectos. Trazados los insectos, pues faltaba que se relacionaran con los pájaros, de modo que se convirtieron en su alimento. Fin.



sábado, 5 de mayo de 2018


El maduro hombre árbol ya sin pelo conserva un sueño y una bandola de bichos voladores le cantan la canción de sirenas de ese sueño al oído.


Matacho transcrito de la libreta de personajes partidos por la mitad, con las modificaciones propias de este tipo de transcripción: se destejió el cuello tortuga, alzó vuelo la bandola de bichos voladores, se arrugó en colinas un paisaje, la caja de colores bostezó su arco iris. Historia escrita al calor de esta publicación