martes, 29 de septiembre de 2020


Contemplación del cielo despejado 

Dibujé el poste tratando de imitar el mundo exterior, mirando uno que estaba clavado frente al edificio donde funciona el consultorio de la odontóloga que atiende a Simón, mi hijo tercero. En la casa de enfrente sobresalían a través de las rejas del antejardín las ramas flacas de un sauce que se elevaban hasta la altura del segundo piso. La fachada de la casa era invisible pues la tapaba el edificio que la flanqueaba por la izquierda. Del lado contrario la flanqueaba otro edificio similar. Una casa de dos plantas sobreviviente en medio del crecimiento vertical del sector. En la doble página de la libreta quedó de un lado el poste y del otro los chamizos del sauce. Traté de rayar los edificios en perspectiva, pero la tarea me resultó difícil y tediosa. Entonces Simón salió de la cita acompañado por su madre, ambos luciendo los tapabocas propios de esta temporada, y nos fuimos a comer arepas frente a la Santoto. Después retomé el dibujo y surgió entonces la casa no vista con su mascarilla de enredadera y los postigos abiertos de una de sus cuatro ventanas. El sauce desapareció. Después crecieron los edificios y el andén se asomó al vacío por lo que necesitó baranda. Entonces salió ella a orearse y contemplar el cielo despejado, sin dejarse ver del todo.Un dibujo con una suave felicidad.

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