martes, 30 de abril de 2013



A muchos kilómetros de distancia, por esas curiosas coincidencias de la vida y de los relatos que la cuentan, un pasajero ve pasar la ciudad por la ventana del autobús y descarta la idea de tener una amante (las meras complicaciones) y se muestra indeciso entre creer o no en las teorías de los alienígenas ancestrales. A su lado viajan su mujer y su hijo.

El matacho surgió de un sueño que transcribí así en la libreta: estoy en una ciudad que parece europea. Me acompañan una mujer opaca y un niño flaco, pero mi interés está centrado en los buses antiguos y no muy bien cuidados del sistema de transporte público. Paralelo a la avenida corre un canal de aguas torrentosas y sucias, algo amenazante. 




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