domingo, 17 de mayo de 2015


Es una cajita insignificante de cartón, pequeña, babiecas, ajada por el uso. La tapa ensambla con dificultad en la base; por lo mismo, babiecas. Trato de proteger su contenido de la curiosidad de la gente. Todo el mundo quiere mirar adentro, incluso yo pienso en sacar tiempo para satisfacer la curiosidad. La cajita suena como si contuviera piezas pequeñas, algunas metálicas. Tengo el pálpito de que no voy a encontrar nada que valga la pena, puros ripios del tiempo: una tuerca sin tornillo, un borrador mordisqueado, tres puntas de lápices de color, dos clips... pero es mi cajita de tesoros.

Un sueño de hace años, que recuerdo muy seguido, especialmente al comienzo de los emprendimientos comunicativos en los que me ocupo, cuando el cliente o la clienta me mira como si yo supiera.


1 comentario:

  1. Me imagino los tesoros como nostalgia o también como esperanza.
    Tu ante tus clientes eres la caja de tesoro... Ellos no saben que hay adentro. Para mi tu eres mi tesoro, no la caja porque yo te conozco.

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