martes, 22 de enero de 2013





Indiferente a la suerte del balón, a las conversaciones y enamoramientos ajenos, el hombre de labios azules disfruta su soledad y su planta.

La planta llegó a Mirapalcielo gracias al cariño de una pareja amiga y encantó nuestros ojos durante muchos días con su portentosa floración fucsia y morada. Habita en el balcón de la sala. Ahora, casi un año después, asistimos a su segunda floración. Después de encantar mis ojos encantó mi mano que la dibujó en la libreta. Entonces, como de una lámpara de genio, de ella salió su enamorado observador. Pero salió de carácter retraído y se encerró en ese cuarto de piso de tablas gruesas y ventana pequeña.


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