miércoles, 12 de diciembre de 2012

 



Sin venir a cuento, o relacionado de una manera que escapa a la obtusa inteligencia del narrador, en otra esquina de la mente del dibujante un balón rueda hacia la calle, al niño dueño del mismo se le paraliza el corazón, el conductor del viejo trasto desorbita los ojos y el pájaro semi doméstico que acompaña al niño y responde al nombre de Pi, 3 coma 1416, observa sin conectarse emocionalmente. Todas las fachadas miran indiferentes. ¿Terminará pinchado una cuadra adelante? ¿Sobrevivirá y seguirá viviendo su vida saltarina? No se sabe si habrá próximo capítulo.

Un recuerdo de infancia.




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