De nuevo el perricornio alado sobrevuela una ciudad, esta vez de edificaciones bajas. Va ataviado de carnaval, con collar y turbante (desatado por el viento), y el pelambre teñido de rosa. La ciudadanía no lo ve porque las antenas en lo alto de los cerros la mantienen cabizbaja, concentrada en las pantallas de su dispositivos móviles.
Quiero bordar es perricornio. Me encanta.
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