Cafecito
Entonces rico oler la taza de café y que el aroma suba en nubes y envuelva el bombillo prendido porque el día está toldado, gris, y luego morder un dedito resobado relleno de bocadillo y disolverlo en la boca con un sorbo de café amargo mientras por un agujero de la mente parecido al de una media vieja se cuela un pensamiento esperanzador que hace piruetas. Solo eso.